El exvicepresidente de Ecuador, Jorge Glas, protagonizó un dramático episodio al ser arrestado en la embajada de México, donde buscaba asilo político. Su traslado a la cárcel de máxima seguridad «La Roca» en Guayaquil ha suscitado fuertes tensiones diplomáticas entre México y Ecuador.
Tras un meticuloso operativo, Glas fue conducido en un vehículo blindado desde la embajada hasta el aeropuerto de Quito y, finalmente, a su destino en Guayaquil. La elección de La Roca como lugar de reclusión para Glas, conocido por su posición prominente en el ámbito político, marca un giro significativo en la historia de esta prisión, originalmente concebida para reos de alta peligrosidad pero ahora asignada también a casos de corrupción.
El exfuncionario enfrenta una condena de ocho años por su presunta implicación en el caso «Reconstrucción», vinculado al devastador terremoto de 2016 en la provincia de Manabí. Esta sentencia se suma a otras acusaciones, incluyendo una anulada por el caso «Singue», relacionada con contratos petroleros.
La negación de la prelibertad por parte de la justicia ecuatoriana ha desencadenado un escrutinio adicional sobre el caso de Glas, quien ahora deberá cumplir su tiempo íntegro en prisión. La presencia policial durante el traslado subraya la gravedad y la sensibilidad de este proceso judicial.
Este episodio ha provocado una ruptura diplomática entre México y Ecuador, evidenciando las ramificaciones políticas y jurídicas que rodean la figura de Jorge Glas. Su destino en La Roca marca un capítulo crucial en la historia reciente de Ecuador, donde el combate contra la corrupción cobra un papel central en el escenario político nacional.
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